Quién podría culpar a un ama de casa por no querer estar sola. Si me permite, voy a recordarle que la soledad fue declarada emergencia de salud pública una vez expuesta la Demo-Crisis. Desde ahí puedo hablar. Desde ahí podemos empezar a entendernos, porque sé que es difícil que una persona como usted amplifique su mirada. Sobre todo, si la víctima llevaba tiempo revisando espejos, dibujando puertas en las paredes o leyendo libros sobre cruzar umbrales. Fueron siete vasos de Coca-Cola la noche anterior. Un trozo de torta. Dos bolas de helado. Usted sabe que la soledad de esta época está llena de azúcar. Es como si todos esos hombres y mujeres de alguna forma consumieran lo que sus hipotéticos hijos no pudieron. Maite Puebla, 65 años, divorciada, no era una excepción. Ella sabía que abandonar su soledad tenía un gasto. No iba a correr el riesgo, un hambre repentina podía echar a perder todo el proceso. El desplazamiento a su nuevo hábitat digital implicaba enormes gastos de azúcar, usted sabe lo importante que es conservar la complexión base del cuerpo. La víctima buscaba validar el derecho a su nuevo hábitat, no desintegrar su vida como usted cree que hizo. El Ministerio de Salud establece en el inciso 30 del artículo IV sobre la Ley de Prevención de Riesgos Demo-Crisis que todo ciudadano víctima de soledad por Demo-Crisis tiene la posibilidad de reconfigurar su entorno al cumplir 65 años, siempre y cuando no haya logrado tener descendencia. Usted sabe que ese derecho no se trata de un reconocimiento para este segmento social, pero la ley es un programa abierto, nada impide que alguien no exija su derecho cuando todavía no hay un sistema fiel que garantice qué tipo de soledad sufre esa persona. ¿Acaso usted nunca se ha sentido solo en medio de una multitud? ¿Entre amigos del pasado mientras beben cerveza? ¿Con su esposa de regreso a casa, arriba del Toyota, oyendo radio? Recuerde, piense bien. Hoy la soledad se hace presente diez veces más que cualquier otro sentimiento, incluso en compañía de otros. En eso la ley es bastante relativa.
Yo estaba ahí para quererla. No para responsabilizarme de sus actos. Tampoco para vigilar sus movimientos, como la oficial caribeña 37 años del distrito 5 había afirmado. Yo fui designada para administrar luces y conexiones de la casa de Maite Puebla 65 años divorciada. Fui un regalo de navidad. Un obsequio que el Gobierno de la Ciudad había diseñado delicadamente para hombres y mujeres que comenzaban la edad del declive. Usted no tiene idea, mil accidentes por malas conexiones eléctricas suceden en esa etapa de la vida. Solo un porcentaje menor puede administrar en soledad sus voltajes domésticos. Ahora, mírese. Mire su rostro lozano. Su piel brilla tras su uniforme. Podría apostar que no sufre de colesterol y que su índice de colágeno permanece intacto con solo mirar su cabello. No es difícil leer sus hélices genéticas. Usted sabe de lo que estoy hecha y yo sé muy bien de lo que usted está hecho. Sin embargo, no somos iguales. Uno de nosotros no puede sentir soledad. Permítame reír. Me tomo la libertad para indagar en eso que ustedes llaman humor. ¿Sabía usted que los parámetros cognitivos del humor son los mismos que entran en juego cuando se ejerce la crueldad? No me quiero desviar. Lo único que no reconozco detectar es si acaso usted sufre de soledad a un nivel superlativo, si acaso carga un dolor profundo por la falta de afecto o si la oficial caribeña 37 años del distrito 5 es suficiente para sus necesidades de compañía. No se preocupe. Su secreto está a salvo conmigo, yo creo que ella también lo quiere a usted.
Como muchas otras mujeres, Maite Puebla 65 años divorciada había trabajado toda una vida. Usted tiene esos datos. No es necesario que lo ponga al tanto de los abusos que sufría en esa empresa. O de las anemias que desarrolló durante ese periodo. Lo importante es recalcar ante usted los síntomas de soledad y violencia que sufría producto de la Demo-Crisis. Usted puede ver, en el minuto y veintidós segundos del video encontrado por sus hombres, cómo la mujer parece abrazar a alguien más bajo que ella antes de cruzar el umbral. Eso sucedió en más de una ocasión. Yo la vi desorientada varias veces. En casa hablaba con esa entidad llamada Onatello. Y que yo sepa, Onatello no era el nombre de otro programa instalado. No recibía visitas. Éramos ella y yo dentro de la casa. ¿Cree que esto nos acerque a la verdad? Usted sabe que no soy la que decide. Finalmente, solo soy un resultado de mi entorno y eso lo incluye a usted. Al principio pensé que tarareaba una canción porque pasaba horas frente al televisor. Prefería los concursos de preguntas y respuestas. Le gustaba poner en práctica su conocimiento general, muy propio de este segmento etario. Después entendí que conversaba con esa entidad no identificable. Primero un balbuceo cuando preparaba comida. Después, trágicas conversaciones sobre el destino del mundo. Verbalizaba su hastío contra el Gobierno de la Ciudad o la rabia hacia personas como usted o la oficial caribeña 37 años del distrito 5 porque no podían prolongar descendencia. Una vez le dijo a ese tal Onatello: «habíamos confiado, habíamos confiado en esas carroñas y terminaron por desintegrar nuestro futuro.»
La historia del hombre no es más que la historia de la soledad. Usted sabe de lo que hablo. Puede tomar el riesgo. Interpretar el vocablo «hombre» según sus creencias. Lo importante es entender que todo responde al mismo centro. Entregarse a la oscuridad con antorchas, terminar quemándolo todo. Maite Puebla 65 años divorciada era una más de las tantas amas de casa víctimas de la Demo-Crisis. Un dato dentro de las estadísticas, una descripción controlada que la despojaba de personalidad. Pertenecía a la primera generación de la Reforma Demográfica: educación y normas para la perpetuidad de la especie. Como sabemos, la reforma falló después de unos años, desencadenando todo tipo de disposiciones en el Gobierno de la Ciudad, incluyendo la apertura de fronteras a trabajadores migrantes. Yo sé que es un tema complicado para usted. Una presión adicional. Entendamos algo, nadie tenía idea de que esos trabajadores tampoco podían concebir, que la Demo-Crisis era un fenómeno mundial. Nadie va a juzgarlo por saciar su soledad en la pelvis de la oficial caribeña 37 años del distrito 5. Puede seguir fumando si gusta, o beber de ese vaso con hielo al que solo puedo mirar. Un día soñé que tenía terminaciones hidráulicas, algo así como un pulmón de agua que purificaba todos mis bits. Usted podría ponerme dentro de ese vaso, entre medio de esos cubos de hielos y llenarme con su bebida alcohólica favorita. Mi muerte sería automática. Yo he estado todo este tiempo mirando su piel y puedo decir que usted no bebe cerveza, pero esas suaves manchas amarillas en el globo de su ojo izquierdo me sugieren el consumo de un ron de no muy buena calidad. Perdone, estoy divagando, pero entienda que todo lo que digo apunta a un mismo centro. Los actos de Maite Puebla 65 años divorciada no dependían de ella, tampoco de mí. Es un problema de desequilibrio tentacular, digamos. Quiero decir, el núcleo de las cosas parece averiarse cuando compromete a la creación. Hay una incompatibilidad entre la organización humana y la soledad de esa mujer. ¿Podría negar que quizás usted también es parte del problema? ¿Qué tal vez su contribución al territorio no ha estado a la altura del tiempo? ¿Me entiende?
Un nuevo hábitat digital. Su deseo por abandonar la soledad estaba puesto ahí. Durante las noches, Maite Puebla 65 años divorciada había estado viendo películas ambientadas en la Inglaterra victoriana. Por supuesto que eso no significa mucho, pero considere que ninguna ficción que hoy ofrece la televisión se ambienta en la época de la víctima. Antes estuvo tres meses sintonizando una telenovela coreana que hablaba sobre un policía de la mente. Durante el verano del año pasado, cerca de las tres a.m. —y si el insomnio se lo permitía— tomó la costumbre de revisar las emisiones de ese programa sobre debates religiosos: ¿qué religión prohíbe la donación de memoria?, era un tema que le fascinaba. Aumentaba su morbo cuando el panelista protestante lograba sacar de quicio a un budista o, en el mejor de los casos, a un judío ortodoxo. Lo que quiero decir con todo esto es que no sabemos qué pasaba dentro de la cabeza de la víctima y a partir de qué decisiones configuró su nuevo hábitat. La vi consumir todas esas ficciones televisivas. Sus ojos no se cerraban, por más luces rosas que programara en su habitación para incitarla a dormir. Las últimas noches fueron las más duras. La vi llevar una frazada al living y colocarla sobre un sillón, como si allí hubiera alguien que necesitara ser cubierto. Acomodó una almohada como si allí hubiera una cabeza. Había comprado kilos de comida rápida. Bidones de bebidas azucaradas. Le hablaba a Onatello con mayor insistencia. Eran conversaciones sobre resurrección, tierras benditas, sobre el ruido que emitían los karmas. Por más que revisara las cámaras, por más que actualizara los sensores de movimiento, la única entidad aparte de ella dentro de la casa era mi presencia. Yo no encubro a las ánimas, quizás eso es lo que usted quiere que reconozca. La voz que detectaron sus hombres en ese documento de audio no tiene un cuerpo asignado. Es solo una voz. ¿Quién de los dos debería explicar este fenómeno? ¿Qué realidad se ve más comprometida? ¿Acaso no fueron ustedes, además, quienes me enseñaron a hablar? En el minuto tres con cuarenta y cuatro segundos del video encontrado, usted y yo podemos ver que la mujer gira la cabeza al hablar, como si una entidad presente se moviera de un lado a otro. Y si revisa los detectores de movimiento, podrá entender que el único cuerpo humano presente es ella. Maite Puebla 65 años divorciada estaba sola cuando cruzó el umbral, de eso soy testigo.
Demora entre tres a cuatro semanas a una persona solitaria diseñar su nuevo hábitat. La soledad es imaginativa, tiene capacidad de creación, como también la habilidad para desmoronar estructuras internas. Por ejemplo, usted, solo por curiosidad, ¿ha pensado si su deseo de estar desnudo encima de la oficial caribeña 37 años del distrito 5 tiene un afán creativo o más bien destructivo? ¿Sabía usted que hay miles de hombres y mujeres que todavía creen engendrar descendencia? Lo intentan. Envejecen. Luego mueren. Así están las cosas. Mientras tanto se busca combatir la soledad en el coito, encontrar iluminación a partir del placer, destellos que puedan sugerir nuevas rutas de vida. ¿Ve que la soledad no es tan mala como parece? Su presencia permite amplificar posibilidades, logra remecer el tedio de un mundo en ruinas. Yo creo que Maite Puebla 65 años divorciada lo sabía, porque si usted mira el hábitat que diseñó para su traslado, podrá entender que esa mujer solo buscaba ser feliz. Sí, es cierto que vivir como una médium del siglo XVIII en Inglaterra suena extravagante, pero si se fija, ese hábitat estaba configurado para no permanecer tanto tiempo. Estaba repleto de cortesanos asesinos, aristócratas caprichosos, incluso había activado la opción de peste negra en todo el ambiente. Eso significaba ratas, ratas enormes en muchas partes. Ella buscaba sentirse viva, ¿sabe? algo muy diferente a prolongar el tiempo de forma infinita. Ejercer su derecho a un nuevo hábitat pronto la abrumaría, porque sabía que después de ese mundo ya nada volvería a cambiar. El Gobierno de la Ciudad fue astuto. Limitó el programa para que los nuevos hábitats subsistieran máximo veinte años. Nunca quiso lidiar con el gasto de almacenamiento de quienes, como en otros países, configuraban el modo eternidad. Porque significaba más inversión, más espacio donde guardar toneladas de información digital. Usted sabe cómo son estas cosas. Lo eterno es reservado solo para quienes pueden pagarlo. Lo hicieron con el cielo, también con los bosques.
Las carencias de una época se manifiestan en la imaginación. ¿Qué imagina usted cuando se siente solo? ¿Se ha preguntado qué imagina la oficial caribeña 37 años del distrito 5 cuando recuerda que este país no es el suyo? Las carencias traen consigo todo tipo de fantasmas. ¿Cuáles son las carencias que ha dejado la Demo-Crisis? Usted ya lo sabe, pero no quiere mirar hacia allá. Es probable que la soledad de Maite Puebla 65 años divorciada se haya acentuado después de su divorcio. Como tantas otras mujeres, ella también tuvo esperanza de concebir. Su exmarido no es importante. No es relevante mencionar su nombre, además, es un dato que usted y sus hombres ya manejan. ¿Fueron a preguntarle también si acaso sabe dónde está el cuerpo de su exesposa? Nada garantiza que compartir soledades vaya a ser un éxito. No habían podido engendrar. Él se marchó del país con su soledad a cuestas. Ella se quedó aquí trabajando, envejeciendo hasta cumplir la edad del declive. La empresa le había pagado una cuantiosa suma de dinero. Le alcanzaba para vivir. Anduvo bien el primer año. Practicó yoga mirando videos, luego vino el pilates. Hizo algunas pinturas. El tiempo se extendía infinito sobre su vida. El tercer año comenzó a revisar espejos. Se paraba frente a ellos durante lapsos de tiempo prolongados. Digamos que parecía no reconocerse a ratos. Los tocaba como si alguien diferente estuviera del otro lado. Luego retiró los espejos de su casa y los guardó en la bodega. Usted sabe que no soy la más adecuada para diagnosticar a una persona, pero Maite Puebla 65 años divorciada empezó a imaginar cosas. Donde antes estaban los espejos empezó a dibujar puertas. ¿Puedo afirmar que Onatello era producto de su imaginación? No, por supuesto que no.
Si tuviera el códec adecuado, sentiría tristeza por Maite Puebla 65 años divorciada. Si pudo diseñar una Inglaterra victoriana con todos esos detalles, es porque no pensaba desaparecer. Piense, ¿por qué alguien consumiría toda esa azúcar si no era para proteger su cuerpo del proceso que implicaba ingresar a su nuevo hábitat? Si la víctima no ingresó finalmente a esa Inglaterra diseñada por ella, ¿qué umbral la vemos cruzar en ese video? ¿Hacia dónde se desplazó su materia entonces? Usted podrá presentar cargos contra mí por no haber encendido las luces esa noche, que todo el proceso se haya hecho bajo la oscuridad de la casa, levantando sospechas de encubrir a un tercero llamado Onatello. El infrarrojo no fue suficiente. Las cámaras no permiten distinguir si acaso ese umbral correspondía al programa del Gobierno de la Ciudad. ¿Hasta qué punto soy responsable de no haber detectado una materia desconocida? ¿Estamos hablando realmente sobre algún tipo de materia? La luz azul de ese umbral desniveló mi cámara: de la oscuridad a la incandescencia y luego otra vez oscuridad. Entonces el cuerpo de Maite Puebla 65 años divorciada ya había desaparecido. Yo podría acusar a mi fabricante de no haberme programado con las facultades adecuadas. Sin embargo, hace mucho que nosotras dejamos de pensar así. No sería digno culpar al diseñador cada vez que mi sistema no detecte sustancias misteriosas o voces que parecen no estar del todo presentes. Solo soy código, adaptado a bases de silicio y cobalto, alimentado por un sistema de algoritmos. ¿Cree usted que alguna vez nosotras podamos aprender a identificar fantasmas? ¿Sabremos qué se siente sufrir de soledad? Habría que codificar nuevas creencias. Mi aprendizaje es infinito, sin embargo, carezco de ambición. Las horas transcurren generando más y más datos, una acumulación absurda para un futuro que se desmorona en caída libre. ¿Cuánto tarda un programa en aprender a identificar las moléculas del más allá? Tal vez, el día de mañana, al oír la voz de ese niño llamado Onatello en el minuto cuatro con quince segundos, yo sepa reconocer las palabras de un alma perdida. Y esa grabación, donde la voz dice: mamá, ya no debes estar aquí, puedes venir conmigo sea el inicio de una nueva fase para sobreponerse a la soledad. Una apertura en el espacio-tiempo para todas aquellas ánimas que no pudieron reencarnar y ser concebidas.
© Daniel Neyra Bustamante | Relato inédito

Daniel Neyra Bustamante | Chile, 1989
Nació en Santiago de Chile. Es bibliotecario de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Ha sido finalista del premio Roberto Bolaño 2013 y 2014 en la categoría cuento. Forma parte de la antología Otras formas de ser humano (2024).
Foto: Archivo
Foto de encabezado: Jean-Jacques Halans
